EcoMerlo
Piedra Blanca
Para repensar nuestro origen
EL ALTAR COMECHINGONES Y LA IDENTIDAD DE MERLO
por Ricardo E. Doro (P.Blanca).
Ante el riesgo de perder, en los altos de Piedra Blanca, el sector de tierra que contiene restos arqueológicos de los primeros y muy antiguos pobladores de estas tierras, corresponde remarcar la importancia significativa que tiene, para nuestra cultura, la gran piedra conocida como “El Altar de los Comechingones”.
El objeto de estas reflexiones será el de vincular el sentido de identidad cultural, con la tradicional disposición por la vida comunitaria de los pueblos originarios; Vida comunitaria que también vivieron las primeras generaciones de familias que poblaron, posteriormente, estas tierras, y del que resulta también un testimonio, el muy antiguo “Algarrobo Abuelo” que se yergue en los bajos de Piedra Blanca.
El espacio vital dentro del espacio geográfico
El espacio no tiene sólo una significación geográfica que destaca un paisaje, sino que se constituye en “el lugar” donde dan sentido a sus vidas las personas y los pueblos. Además el hombre no puede convivir con un espacio indefinido, sino que arraiga su vida en un ámbito propio y específico con quien intercambia, individual y comunitariamente, sus experiencias vitales.
Así, pues, el hombre no puede alejarse, ni aún con el pensamiento, de su espacio vital, sin caer en un modo de existencia sin sentido, en un peligroso vacío existencial. Pero, además, ese espacio vital no es exclusivo nuestro. Ni nosotros lo descubrimos, ni desaparece con nosotros… Ese espacio tiene historia, y contiene en sí y manifiesta la vida de muchas generaciones que lo habitaron.
El Altar Comechingones como Centro Comunitario
La población originaria que habitaba esta región -los pueblos Comechingones-, concebían el espacio vital como el espacio mítico, en cuanto un designio de la divinidad fue el que les manifestó la elección de ese lugar para la comunidad toda. Y es así que la pequeña comunidad asentada en ese “sitio”, centraba su unidad en ese punto determinado que lo consideraba sagrado. Allí, junto a ese Altar, se reunía frecuentemente la comunidad para tratar sus asuntos, y desarrollar sus ritos mítico-sagrados.
Allí, junto al Altar, otras piedras distribuidas con la milenaria ciencia astrológica invitan a sentarse para compartir el espacio comunitario, el más apto como el “LUGAR DEL ENCUENTRO” de los hombres entre sí y con lo divino.. Tal es el valor simbólico-significativo del Altar Comechingones que nos queda en Piedra Blanca; Un valor aún mayor que el arqueológico.
La pérdida de los espacios para Encuentros Comunitarios
La conquista de América introdujo el modo occidental y europeo de la posesión privada, muy bien delimitada, encerrándose en un espacio no compartido y entendido como “de uso exclusivo”.
Para la delimitación de los campos, la tradición española impuso el modo europeo, del uso de los tradicionales “mojones”. Con grandes piedras se marcaban los vértices de las tierras, y se aseguraba así la propiedad individual durante el paso del tiempo. Esa implantación de los mojones se hacía, también, con un ritual casi religioso. Hoy esta función la realiza un agrimensor, y el ritual se concreta con trámites administrativos en la comuna local.
En la actualidad, las mensuras, replanteadas en un plano de Merlo, como en cualquier paraje rural, presenta la región como un damero de “privados”. Así, progresivamente, se fue desdibujando el modo Comunitario que tenían los Comechingones de compartir la tierra… hasta alcanzar, en el espacio geográfico, la concepción occidental de la apropiación privada de la naturaleza.
Ya no hay más UN ÚNICO ALTAR para la comunidad, sino muchos altares que se dispersan en las grandes planicies de la zona; Aún el altar de la iglesia poco a poco fue perdiendo esa función supletoria que había adoptado la sociedad para concebirse como Comunidad.
En el espacio comunitario se gesta la identidad de un pueblo
La identidad comunitaria puede perderse a partir de la atomización de sus pobladores, encerrados en la individualidad y privacidad que demarcan “sus” mojones. De ahí que este movimiento de vecinos de Piedra Blanca tiene como principal objetivo recuperar y conservar ese SITIO –cuasi sagrado- como “centro de convergencia de su identidad”
Resulta imprescindible reflexionar, y desarrollar ante el Altar ceremonial, la liturgia de la Palabra; la de nuestro Poeta Agüero quien, en “Digo los primeros días”, nos recuerda que :
“Poco después, el Capitán Francisco
de Villagra, mandado por Cabrera,
entró por el Norte a la Provincia,
anotando las tribus y las hierbas,
MENSURANDO los ríos y las nubes,
y la luz y la sombra de las leguas;
Hasta que un día, en el lugar que todos
nombran y dicen de Las Cortaderas,
VIO REUNIDOS a los Comechingones,
la rara tribu que habitaba cuevas
y adoraba al Llastay, y convertía
en cera dócil la más dura piedra;
“no pudo contener sus ansias de “propiedad privada…
“Sonó el tambor y los clarines,
y ENTRÓ EN BATALLA con la raza aquella.
Ah, que podían descalzos cazadores
contra caballero que incitaba espuela;
Oh qué podían la honda y el guijarro
contra arcabuces de explosiva fuerza;
Ah, qué podía la frágil epidermis contra la cota acorazada y férrea.
“Así, pues, hoy los vecinos de Piedra Blanca, para repensar su origen de IDENTIDAD COMUNITARIA., desean poder seguir reuniéndonos frente al Altar Comechingones, donde...
“ Si aún ahora campánulas que nacen,
cuando sube la luz de primavera,
EN AQUEL ´SITIO´ de la muerte injusta -
abren corola de humedad sangrienta.” (*)
(*) Antonio E. Agüero. Obras Completas. Tomo III, (pág. 16) Ed. Crisol
------------
Centro Ceremonial Comechingón de Piedra Blanca.
El mismo se encuentra ubicado dentro de la Reserva del Viejo Molino, en la localidad de Piedra Blanca, municipio de Merlo. El conjunto de piedras analizado en Piedra Blanca demuestra claramente la intervención antrópica tanto por los hoyos practicados intencionalmente en una de las piedras como por la sintomática alineación de las piedras que conforman el conjunto. Hay un conjunto mayor formado por (de N a S):
1. el cuadrilátero de entrada al sitio.
2. Cinco piedras escalonadas sobre el talud y apuntaladas con piedras menores (escalera hacia el altar).
3. Una piedra cúbica horadada y pulida en su cara superior (altar de ceremonias).
4. Una piedra de grandes proporciones que corona la cima del talud (en el centro del complejo ceremonial).
5. Tres piedras (separadas unas de otras) en el mismo eje pero formando la Sección Sur del conjunto.
Se ha detectado un círculo de piedras situado exactamente hacia el O del conjunto. Una de las piedras que forman el círculo tiene señales claras de haber sido trabajada por el hombre. No se han hecho estudios más profundos sobre este círculo dispuesto a modo de cromlech. Dicho sitio pertenece a un contexto ritual y shamánico mayor que engloba contextos líticos Comechingones hallados del lado Norte del arroyo Piedra Blanca, perteneciente al Municipio de La Paz (Córdoba).
Dentro de los límites de la Reserva, a escasos 500 mt. de la zona arqueológica, encontramos las ruinas de un viejo molino harinero hidráulico, que le diera nombre al lugar y que fuera propiedad de Don Esteban González (suegro de Leopoldo Lugones). Funcionó entre 1840 y 1930, moliendo el trigo que cultivaban en sus predios familiares los habitantes de la zona, en una economía cerrada de autoabastecimiento.
Piedra Blanca
Para repensar nuestro origen
EL ALTAR COMECHINGONES Y LA IDENTIDAD DE MERLO
por Ricardo E. Doro (P.Blanca).
Ante el riesgo de perder, en los altos de Piedra Blanca, el sector de tierra que contiene restos arqueológicos de los primeros y muy antiguos pobladores de estas tierras, corresponde remarcar la importancia significativa que tiene, para nuestra cultura, la gran piedra conocida como “El Altar de los Comechingones”.
El objeto de estas reflexiones será el de vincular el sentido de identidad cultural, con la tradicional disposición por la vida comunitaria de los pueblos originarios; Vida comunitaria que también vivieron las primeras generaciones de familias que poblaron, posteriormente, estas tierras, y del que resulta también un testimonio, el muy antiguo “Algarrobo Abuelo” que se yergue en los bajos de Piedra Blanca.
El espacio vital dentro del espacio geográfico
El espacio no tiene sólo una significación geográfica que destaca un paisaje, sino que se constituye en “el lugar” donde dan sentido a sus vidas las personas y los pueblos. Además el hombre no puede convivir con un espacio indefinido, sino que arraiga su vida en un ámbito propio y específico con quien intercambia, individual y comunitariamente, sus experiencias vitales.
Así, pues, el hombre no puede alejarse, ni aún con el pensamiento, de su espacio vital, sin caer en un modo de existencia sin sentido, en un peligroso vacío existencial. Pero, además, ese espacio vital no es exclusivo nuestro. Ni nosotros lo descubrimos, ni desaparece con nosotros… Ese espacio tiene historia, y contiene en sí y manifiesta la vida de muchas generaciones que lo habitaron.
El Altar Comechingones como Centro Comunitario
La población originaria que habitaba esta región -los pueblos Comechingones-, concebían el espacio vital como el espacio mítico, en cuanto un designio de la divinidad fue el que les manifestó la elección de ese lugar para la comunidad toda. Y es así que la pequeña comunidad asentada en ese “sitio”, centraba su unidad en ese punto determinado que lo consideraba sagrado. Allí, junto a ese Altar, se reunía frecuentemente la comunidad para tratar sus asuntos, y desarrollar sus ritos mítico-sagrados.
Allí, junto al Altar, otras piedras distribuidas con la milenaria ciencia astrológica invitan a sentarse para compartir el espacio comunitario, el más apto como el “LUGAR DEL ENCUENTRO” de los hombres entre sí y con lo divino.. Tal es el valor simbólico-significativo del Altar Comechingones que nos queda en Piedra Blanca; Un valor aún mayor que el arqueológico.
La pérdida de los espacios para Encuentros Comunitarios
La conquista de América introdujo el modo occidental y europeo de la posesión privada, muy bien delimitada, encerrándose en un espacio no compartido y entendido como “de uso exclusivo”.
Para la delimitación de los campos, la tradición española impuso el modo europeo, del uso de los tradicionales “mojones”. Con grandes piedras se marcaban los vértices de las tierras, y se aseguraba así la propiedad individual durante el paso del tiempo. Esa implantación de los mojones se hacía, también, con un ritual casi religioso. Hoy esta función la realiza un agrimensor, y el ritual se concreta con trámites administrativos en la comuna local.
En la actualidad, las mensuras, replanteadas en un plano de Merlo, como en cualquier paraje rural, presenta la región como un damero de “privados”. Así, progresivamente, se fue desdibujando el modo Comunitario que tenían los Comechingones de compartir la tierra… hasta alcanzar, en el espacio geográfico, la concepción occidental de la apropiación privada de la naturaleza.
Ya no hay más UN ÚNICO ALTAR para la comunidad, sino muchos altares que se dispersan en las grandes planicies de la zona; Aún el altar de la iglesia poco a poco fue perdiendo esa función supletoria que había adoptado la sociedad para concebirse como Comunidad.
En el espacio comunitario se gesta la identidad de un pueblo
La identidad comunitaria puede perderse a partir de la atomización de sus pobladores, encerrados en la individualidad y privacidad que demarcan “sus” mojones. De ahí que este movimiento de vecinos de Piedra Blanca tiene como principal objetivo recuperar y conservar ese SITIO –cuasi sagrado- como “centro de convergencia de su identidad”
Resulta imprescindible reflexionar, y desarrollar ante el Altar ceremonial, la liturgia de la Palabra; la de nuestro Poeta Agüero quien, en “Digo los primeros días”, nos recuerda que :
“Poco después, el Capitán Francisco
de Villagra, mandado por Cabrera,
entró por el Norte a la Provincia,
anotando las tribus y las hierbas,
MENSURANDO los ríos y las nubes,
y la luz y la sombra de las leguas;
Hasta que un día, en el lugar que todos
nombran y dicen de Las Cortaderas,
VIO REUNIDOS a los Comechingones,
la rara tribu que habitaba cuevas
y adoraba al Llastay, y convertía
en cera dócil la más dura piedra;
“no pudo contener sus ansias de “propiedad privada…
“Sonó el tambor y los clarines,
y ENTRÓ EN BATALLA con la raza aquella.
Ah, que podían descalzos cazadores
contra caballero que incitaba espuela;
Oh qué podían la honda y el guijarro
contra arcabuces de explosiva fuerza;
Ah, qué podía la frágil epidermis contra la cota acorazada y férrea.
“Así, pues, hoy los vecinos de Piedra Blanca, para repensar su origen de IDENTIDAD COMUNITARIA., desean poder seguir reuniéndonos frente al Altar Comechingones, donde...
“ Si aún ahora campánulas que nacen,
cuando sube la luz de primavera,
EN AQUEL ´SITIO´ de la muerte injusta -
abren corola de humedad sangrienta.” (*)
(*) Antonio E. Agüero. Obras Completas. Tomo III, (pág. 16) Ed. Crisol
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Centro Ceremonial Comechingón de Piedra Blanca.
El mismo se encuentra ubicado dentro de la Reserva del Viejo Molino, en la localidad de Piedra Blanca, municipio de Merlo. El conjunto de piedras analizado en Piedra Blanca demuestra claramente la intervención antrópica tanto por los hoyos practicados intencionalmente en una de las piedras como por la sintomática alineación de las piedras que conforman el conjunto. Hay un conjunto mayor formado por (de N a S):
1. el cuadrilátero de entrada al sitio.
2. Cinco piedras escalonadas sobre el talud y apuntaladas con piedras menores (escalera hacia el altar).
3. Una piedra cúbica horadada y pulida en su cara superior (altar de ceremonias).
4. Una piedra de grandes proporciones que corona la cima del talud (en el centro del complejo ceremonial).
5. Tres piedras (separadas unas de otras) en el mismo eje pero formando la Sección Sur del conjunto.
Se ha detectado un círculo de piedras situado exactamente hacia el O del conjunto. Una de las piedras que forman el círculo tiene señales claras de haber sido trabajada por el hombre. No se han hecho estudios más profundos sobre este círculo dispuesto a modo de cromlech. Dicho sitio pertenece a un contexto ritual y shamánico mayor que engloba contextos líticos Comechingones hallados del lado Norte del arroyo Piedra Blanca, perteneciente al Municipio de La Paz (Córdoba).
Dentro de los límites de la Reserva, a escasos 500 mt. de la zona arqueológica, encontramos las ruinas de un viejo molino harinero hidráulico, que le diera nombre al lugar y que fuera propiedad de Don Esteban González (suegro de Leopoldo Lugones). Funcionó entre 1840 y 1930, moliendo el trigo que cultivaban en sus predios familiares los habitantes de la zona, en una economía cerrada de autoabastecimiento.
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